GERALD PIOCH

Mi interés en el sonido comenzó cuando tenía ocho años, al descubrir que mi reproductor de cassettes también podía grabar sonido a través de las bocinas, funcionando de manera similar a un micrófono dinámico bastante rudimentario. 

A partir de ahí, mi voz se convirtió en un sintetizador orgánico para recrear sonidos de vehículos, explosiones y narraciones de historias que, a lo mejor sin tener mucho sentido, existían por la emoción de los efectos especiales.

 

Mi interés continuó creciendo cuando llegó a mis manos un disco llamado The Wall. Me reveló las posibilidades sonoras y teatrales que se pueden alcanzar en lo que yo consideraba hasta entonces como solamente un disco musical. El concepto de este disco fue algo más allá y me abrió las puertas a querer entender el proceso creativo de una obra semejante.

 

Más adelante, llegó la música electrónica. La computadora, los softwares y los sintetizadores me mostraron como ser el compositor de todos los elementos de una orquesta, componiendo, diseñando y mezclando cada sonido para escribir una historia de seis minutos. Dentro de este proceso creativo, abstracción, emoción y poder fueron elementos que me llevaron a querer elevar mis conocimientos de audio.

 

A partir de ahí, la única continuación obvia para mí fue aprender a crear audio para el cine, embarcándome en una carrera llamada diseño de sonido para aspectos visuales. Vancouver Film School me ofreció todo ese conocimiento para poder grabar, editar, componer y mezclar sonido al más alto nivel, con estándares de la industria del cine. Desde entonces mi trabajo y pasión consiste en obtener cada día más conocimiento y herramientas para mejorar e innovar los aspectos sonoros, no solo para contar las historias de la mejor forma posible, sino también llevarlas hasta un punto donde puedan tocar las emociones de la audiencia.

 

Crear sonido y música es más que una carrera o un proceso de experimentación, son las vibraciones que le dan las formas al mundo en el que vivo.